El castigo de silencio lejos de funcionar actúa como un búmeran en la relación BDSM

En los manuales tradicionales sobre BDSM y en textos de redes sociales se suele usar el término adiestramiento en referencia al ámbito educativo del Dominante hacia el sumiso, es decir, todo aquello que abarca formas, gestos, actitudes, comportamientos que a un Dominante le agrada que haga o tenga su sumiso.

No siempre las parejas encajan a la perfección por mucho que ambos deseen establecer un vínculo y es la parte Dominante la que, a partir de conversaciones y una atenta escucha, determina y aclara cómo desea que sea el comportamiento del sumiso en su presencia o sin estar presente. Todo esto debe pertenecer a la parte de acuerdos que se deben establecer al inicio de la relación y que deben de irse modificando conforme se evoluciona en función de los cambios que la propia relación va produciendo, y de los cambios personales de cada uno de los integrantes de la relación.

El término adiestramiento, para la sensibilidad de las redes de hoy día ya parece algo obsoleto y caduco pero tenía su lógica cuando dentro de la iconografía bedesemera el sumiso, sea cual sea su género, yo lo uso como genérico, era tratado como perro. Como todo está en continua evolución ya hay quienes consideran que este término no es adecuado porque es vejatorio, algo no demasiado explicable cuando el BDSM se establece, en cierto sentido y en algunas prácticas, sobre la base de la vejación. Así que, bajo la premisa, que todos ya debemos tener clara de que estamos en un ámbito en donde se delimitan unos acuerdos aceptados por ambas partes, sigamos adelante con el discurso.

Si partimos de una relación de dos integrantes, ambos deben deben expresar con claridad qué esperan y desean de esa relación, no sólo el Dominante, el sumiso también. El problema o las dificultades están cuando la fantasía es la que mueve el timón y la realidad no se adapta a esa fantasía. Confesaré una cosa: claro que me gustaría tener un sumiso que se pliegue a todos mis deseos, claro que me gustaría que estuviera disponible para que me sirviera en lo que deseara las 24 horas del día, claro que me encantaría expresarme en sesión con absoluta libertad, claro que… lo que sea. Pero no por esto dejo de ser consciente que es una fantasía. Un sumiso tiene días buenos y malos, puede estar con una mala racha personal, puede atascarse con alguna práctica, puede ponerse malo, puede que tenga problemas familiares, etc. Si Yo no tuviera en cuenta esas cosas sería una necia, no menos Dominante, no, necia, a secas. Porque un sumiso es una persona como Yo. Ni más ni menos. Y esto parece que muchos Dominantes siguen sin entender.

¿Qué ocurre cuando un Dominante se siente fastidiado por un sumiso porque considera que no le trata con el debido respeto o no aguanta determinada práctica con el entusiasmo que él cree que debe expresar? Esa es la pregunta que me han hecho. Y Yo suelo siempre recurro a ¿qué acuerdos hubo? ¿estaban claras las bases de esos acuerdos? Esto no es tan diferente a una relación vainilla, señores. Esto es lo mismo, básicamente, con unas prácticas y acuerdos algo diferentes. Pero la base debe de ser la confianza, la comunicación, la sinceridad y la coherencia. Sin esos cuatro pilares cualquier relación se va a tomar viento.

Si Yo tengo un sumiso que considero no me trata como Yo merezco hablaré con él a ver qué le ocurre, si su percepción respecto a mí y a mi rol no coinciden con la que Yo creo debe tener porque debe producirse una coincidencia entre la Dominante que Yo soy, la que creo ser y la que él percibe. Aparte tenemos que tener en cuenta sus fantasías, que también entran en juego ¿coincide su fantasía de sumisión con la Dominante que Yo soy? ¿coincide su imagen de Ama con lo que Yo le demuestro y puedo darle? Todas estas preguntas y algunas más que surgen si se piensa un poco deben de ser planteadas sin miedo por parte de ambos roles. Yo puedo ser una Dominante fantástica para algunos sumisos y para otros no moverles ni una fibra de sumisión, así como tampoco me siento atraída por la mayoría.

Una vez tengamos las respuestas a esas preguntas quizás haya que disolver la relación, claro, y aquí viene el problema porque todos sabemos que encontrar a alguien que nos guste en este ámbito es tremendamente complicado y, entonces, nos aferramos a lo que tenemos aunque no nos venga bien y tratamos de que la cosa funcione a la desesperada, como por ejemplo, decirle al sumiso «vas a a aprender por las buenas o por las malas, te voy a silenciar un tiempo para que recapacites«. Ante esto el sumiso aguantará o no pero la mayoría de las veces aguanta porque está en la misma dinámica del aferramiento y es consciente de lo difícil que es encontrar a un Ama. En función del tiempo que lo tenga en ese aislamiento el sumiso sentirá todo tipo de ansiedades y angustias en el caso de que el vínculo de dependencia se haya formalizado, y es probable que la dependencia se incremente durante ese tiempo de silencio lo que puede provocar en el sumiso una caída de autoestima, una sensación de abandono, de reproches auto infligidos, de desprecio hacia su persona, antes de que todo esto se vuelva contra el Ama o el Amo. Porque se volverá contra Ella, tarde o temprano tiene un efecto búmeran.

Si al Dominante no le ha gustado como vive algún tipo de práctica el sumiso o si no acepta alguna tras probarlo, también algunos/-as lumbreras deciden castigar con ese distanciamiento, sea con silencio o no, pero lo demuestran lo que provoca emociones aún más adversas que las del párrafo anterior porque directamente socava la autoestima de la persona con la que está jugando. El efecto búmeran no será tan claro porque el sumiso quedará muy tocado y sufrirá sus auto reproches por no ser capaz de darle a su Amo lo que Él parece que necesita.

Casos y ejemplos como estos hay muchos y, lamentablemente, quedan numerosos juguetes rotos en el BDSM y en el FemDom en particular sólo por no tener tiempo para escuchar, para dedicar, para conversar, para hacer cómplice a la otra persona de fantasías y deseos, de dificultades e ignorancias. Los Dominante somos una persona con carencias, problemas, conflictos, complejos, desaciertos… la única diferencia con el sumiso es que nos gusta Dominar sexualmente y esto puede traslucirse a otras facetas pero no necesariamente. Hace falta humildad para no creernos que lo sabemos todo y que controlamos todos los aspectos de una relación BDSM. Si no sabemos qué hacer tenemos el derecho de tomarnos un tiempo para pensar, para probar, para aprender, en la misma medida que el sumiso. No somos autómatas, somos personas.

Así que partiendo de esta premisa, una relación BDSM la construyen las personas que la integran y sólo a base de complicidad y sensatez podremos disfrutar de nuestra forma de relacionarnos algo diferente en formas y maneras pero básicamente iguales al resto.

Scheherezade Dom

9 comentarios en «¿Es el silencio parte del adiestramiento?»

  1. Antes que nada celebrar su vuelta y compartir con Usted nuestras opiniones y comentarios sobre este tipo de vida tan maravilloso que es el Femdom.
    Tras leer su entrada opinamos que el “silencio” como castigo o forma de adiestramiento del sumiso en el seno de una relación Femdom en convivencia no tiene cabida ya que supone romper la premisa principal de ésta como es la comunicación.
    En los inicios de la relación y como ya hemos dicho en numerosas ocasiones es fundamental la sinceridad y el darse a conocer mostrando ambas partes sus gustos, deseos y objetivos en líneas generales.
    Una vez iniciada esa relación la comunicación sigue siendo fundamental para que ésta avance y se consolide.
    Por supuesto y como personas que ambos somos surgirán desavenencias, olvidos, días buenos y malos, etc. Es el Ama la encargada de reconducir y reeducar a su sumiso con el único fin de que le sirva como Ella desea haciéndole la vida más fácil y placentera. Para cumplir con este objetivo el “silencio” no beneficia ya que puede darse el caso de que el sumiso desconozca el motivo del mismo y se pueda desvirtuar la relación. Creemos que es precisamente todo lo contrario lo que ayudará al sumiso a no realizar esa posible acción que desagrada a su Ama.
    Otra cuestión a tratar es los medios a utilizar tras dar a conocer su desagrado. En este sentido son numerosos los tipos de “castigos” a usar por el Ama según su gusto y criterio.
    Por último quisiéramos hacer una puntualización sobre el término “adiestramiento”. Adiestrar es sinónimo de reconducir, de reeducar con un fin. El limitar este término a los perros es quedarse corto. De hecho una de las prácticas humillantes para el sumiso es el ser tratado como un perro, con un collar, una correa, una mordaza, etc. Por este motivo adiestrar al sumiso entendemos que es apropiado el usarlo como acción del Ama para con su sumiso.

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