Sinceramente, no debería ser ninguna pero todos sabemos cuánto de eso se busca en un Dominante aunque el sumiso no sea consciente de ello.
A mi juicio, tras algunos años ya conversando con sumisos, he podido organizar los motivos por los cuales un sumiso busca ayuda de un Dominante y lo he organizado en los siguientes ítems para la mejor comprensión de la entrada. Tengo la sensación de que hay más requerimientos que se nos hace pero creo que ya con esta selección se puede abarcar bastante bien la magnitud de lo que quiero comunicar.
El alivio emocional tras encontrar a un Ama
Cuando el sumiso encuentra a una persona complementaria, siente una liberación similar al escape de una olla a presión, donde puede compartir las angustias acumuladas durante años debido a la frustración por no encontrar o porque ha tenido alguna ruptura dolorosa que le ha dejado huella o por alguna experiencia nefasta con alguien, por poner algún ejemplo bastante común. La falta de un Ama puede generar un profundo malestar emocional.
Un camino doloroso hacia la sumisión
El proceso de llegar a la sumisión puede haber sido doloroso, y muchos sumisos arrastran consigo una autoestima frágil debido a las luchas internas y las experiencias negativas. La comparación con los amigos con una sexualidad convencional, por ejemplo, las relaciones con las mujeres y el sentirse incomprendidos pueden dejar un poso de amargura.
Experiencias negativas en el BDSM
Es común que algunos sumisos hayan vivido malas experiencias dentro del BDSM, lo que los deja emocionalmente vulnerables y con la esperanza de que su Dominante los guíe y sane esas heridas. A estas malas experiencias suelen recurrir una y otra vez como parapeto para frenar su propia entrega.
Recuerdo a un sumiso a quien un Ama mantuvo toda la noche atado bocabajo de manos y pies en una postura dolorosa sin poder aliviar el dolor en el suelo mientras el Ama dormía en la cama tranquilamente, esa experiencia supuso un trauma al joven sumiso que no sé si habrá digerido al fin.
Incertidumbre sobre sus propios deseos
No tener claro qué les gusta y qué no, o no conocer bien sus límites, les genera una gran duda e inseguridad. Esta falta de claridad suele proyectarse en una desconfianza hacia el Dominante limitando su actuación y al no alcanzar la relajación necesaria para algunas prácticas sentirá más incomodidad o dolor con ellas.
Desconfianza patológica hacia el Dominante
La desconfianza extrema, derivada de una autoprotección exagerada, lleva a algunos sumisos a no poder entregarse plenamente. Esto puede volverse una barrera emocional que afecta la dinámica de la relación D/s. Es una especie de quiero y no puedo, soy y no soy sumiso, «lo soy pero solo llegaré a serlo ante una Mujer que sea capaz de entenderme», una especie de «solo daré mi virtud a quien me gane», ojalá haya encontrado a esa Mujer. De este caso me he encontrado varios, más de lo que pudiera parecer.
Expectativas irreales sobre el Dominante
Algunos sumisos creen que es deber del Dominante escuchar y resolver cada uno de los problemas cotidianos de su vida. Se espera que el Dominante tenga respuestas a todos sus conflictos, lo cual pone una presión indebida sobre la relación, sobre todo porque no todos los Dominantes hemos hecho un Master en Psicología ni de Mediación o Resolución de Conflictos, somos personas normales con más buena voluntad que conocimiento.
La búsqueda de validación constante
Muchos sumisos, debido a su baja autoestima o inseguridades, buscan en el Dominante una validación constante de su valor. Esto va más allá del reconocimiento de sus actos dentro de la dinámica D/s, ya que esperan que el Dominante les refuerce emocionalmente en todo momento, llenando vacíos que pueden venir de traumas o experiencias pasadas no resueltas.
Esto puede suponer un agotamiento importante porque, por lo general, esa necesidad de validación no se agota y cuando se sugiere alguna terapia es recibida como una agresión o la creencia de que al Dominante ya no le interesa
El deseo de ser «salvado»
Algunos sumisos, al enfrentarse a problemas personales o emocionales, desarrollan la fantasía de que el Dominante puede «salvarlos» o rescatar su vida del caos. Esta expectativa puede incluir que el Dominante asuma el rol de protector y guía no solo en el ámbito BDSM, sino también en su vida cotidiana.
Esta proyección emocional crea una dependencia psicológica que puede sobrecargar la relación especialmente en las relaciones en donde se ha acordado que el Dominante haga un seguimiento de la cotidianeidad del sumiso. En ese caso cuando el Dominante, que es también una persona con sus problemas y sus dificultades, necesita algo de espacio el sumiso suele sentir un abandono muy intenso creyendo que será incapaz de autogestionarse sin la supervisión del Dominante.
La transferencia emocional hacia el Dominante
En las relaciones D/s, es común que se produzca una transferencia emocional, donde el sumiso proyecta en su Dominante emociones y necesidades que en realidad provienen de otras relaciones o experiencias pasadas. Esto puede incluir expectativas que originalmente tenían hacia figuras parentales o parejas anteriores. El sumiso, al sentirse vulnerable y expuesto, busca en el Dominante una figura de seguridad que le ofrezca el afecto, la aprobación o el apoyo que pudo haber faltado en su vida personal.
Este fenómeno puede ser difícil de manejar, ya que puede llevar al Dominante a ocupar un rol emocional más allá de lo que la dinámica D/s debería incluir. En relaciones 24/7 puede funcionar pero en relaciones más distantes muchos Dominantes sienten demasiada responsabilidad no pedida que le hace desconectarse emocionalmente de ese sumiso e ir poniendo una distancia cada vez mayor.
La idealización del Dominante
Es común que el sumiso, al comenzar una relación D/s, tienda a idealizar al Dominante, viéndolo como una figura casi perfecta que puede satisfacer todas sus necesidades, resolver sus problemas y guiarlo en todas las áreas de su vida. Esta idealización no solo coloca una presión enorme sobre el Dominante, sino que también puede llevar a una gran decepción cuando la realidad no coincide con las expectativas poco realistas que el sumiso ha construido.
Este fenómeno refleja un deseo profundo de encontrar a alguien infalible, una búsqueda de seguridad y control en la figura dominante, que en última instancia no es sostenible ya que la venda se termina cayendo.
Que un sumiso te adore es perfecto en un principio pero si la relación no funciona esa misma adoración desproporcionada puede llevar a que el Dominante pierda el interés y se agote en esa continua exigencia de perfección por parte de aquél.
Dentro de esta idealización también se encuentra la espera eterna de que el Dominante sea la fuente de la pasión, en motor del deseo inagotable y de conocimiento de todas las prácticas
Creo que la responsabilidad que recae en un Dominante puede ser excesiva si lo analizamos con calma. Al final, fallamos; es lógico, somos personas con altibajos como cualquier otra.
A veces no nos apetece sesionar, nos enfermamos o tenemos nuestros propios problemas. Sin embargo, la dimensión de la fantasía dentro de una relación D/s no tiene límites, lo que nos lleva a esforzarnos, en muchas ocasiones, mucho más allá de lo que es saludable o conveniente, tanto para el sumiso como para nosotros mismos.
Reflexión final
Parte de esto radica en que, como Dominantes, alimentamos esa fantasía, y somos responsables de no hablar con claridad cuando nos dejamos llevar por los halagos, la sensación de admiración, o el deseo de sentirnos deseados.
En última instancia, como Dominantes, debemos ser conscientes de los límites de nuestras capacidades y de la importancia de mantener una comunicación honesta con nuestros sumisos, de que no tengan dudas de hasta dónde podemos o queremos llegar y hasta dónde no.
La fantasía y el deseo de complacer pueden ser poderosos, pero no deben llevarnos a comprometer nuestro bienestar físico o emocional. La clave está en el equilibrio, en reconocer que somos humanos y en aprender a establecer límites claros, tanto para protegernos a nosotros mismos como para no herir al sumiso creyendo que somos algo que nos somos y que pueden esperar de nosotros algo que no le vamos a poder dar.
ScheherezadeDom
Gran entrada con excelentes reflexiones. Sin duda mucho podemos reconocernos en ellas.
Me alegra que te haya gustado, muchas gracias por dejar el comentario
Asunto crucial donde los haya, si cualquier relación convencional debería partir de unos niveles aceptables de madurez mental y emocional, cuánto más si cabe en una una relacion D/s, donde las partes se encuentran tan expuestas por el grado efusividad y entrega que se puede llegar a desplegar, ya sea de la forma más inocente y performativa, o vivida con la mayor intensidad. En este sentido, estoy seguro de que existir, existen, personas competentes a la hora de hacer sentir realizados a sus sumisos más allá de su rol, pero la perspectiva inicial debería ser siempre prudente y muy realista.
Sí, se juega con muchos planos de emociones en relaciones de esta índole que hace que, incluso personas que en lo cotidiano tienen una actitud normal y funcional perfectamente aceptable, en lo privado de la relación pueden llegar a desplegar una enorme cantidad de matices desde la dependencia más profunda hasta la histeria más sorprendente. Es necesario revisar continuamente la relación con mucha confianza y frecuentes conversaciones para observar hacia dónde deriva la dinámica y poder poner freno o redirigirla por parte de ambos. Gracias por tu comentario