Mujer Poderosa vestida de cuero
Un hombre recorre su camino hacia la sumisión, desde sus primeras experiencias en el BDSM hasta encontrar a la Dama que transformó su vida. Un relato de amor, entrega y autodescubrimiento que muestra cómo la sumisión puede ser un viaje profundo y lleno de significado

Descubrí el BDSM: Mi Camino Hacia la Sumisión y la Plenitud

Introducción al BDSM:
Descubrí el BDSM a una edad temprana, y desde el primer instante quedé fascinado por todo lo que implicaba. A los 18 años recién cumplidos decidí dar el paso para averiguar si lo que tanto había fantaseado era solo eso, una fantasía, o algo que realmente deseaba vivir.

Mi Primera Sesión:
Me puse en manos de una Dómina profesional para experimentar por primera vez, y fue en esa sesión cuando entendí que la dominación femenina no solo me atraía, sino que formaría parte de mi vida para siempre.

Los Primeros Pasos en el Mundo BDSM

Por supuesto, no todas mis experiencias fueron gratificantes. En aquellos años, todo era muy diferente. Había pocos lugares donde explorar este mundo, pocas Dóminas con quienes aprender, y los recursos eran escasos: alguna revista, algún libro suelto o los anuncios en los periódicos eran las únicas formas de obtener información o de encontrar experiencias.

Con el tiempo, descubri que las sesiones no eran suficientes. No solo quería experimentar; Quería aprender y sentirme parte de algo más profundo.

Conociendo a Mis Guías: Dómina Zara y Lady Carla Von Kemnitz

Así conocí a Dómina Zara y, más tarde, a Lady Carla Von Kemnitz. A ellas les estaré siempre agradecido por acogerme en sus casas y guiarme en mi crecimiento como sumiso.

Recuerdo con cariño las veces que las visitaba para llevarles la merienda, ayudar a limpiar sus mazmorras o simplemente hacerles compañía en sus horas libres. Esos momentos me permitieron descubrir más sobre mí mismo: quién era, cómo me sentía y, sobre todo, qué podía ofrecer.

La Vida «Vainilla» y el Silencio de mi Sumisión

Sin embargo, con el tiempo, la vida «vainilla» empezó a imponerse sobre mi lado sumiso. Esa faceta de mi vida acabó guardada en un cajón.

Cuando llegó Internet, el mundo BDSM floreció, pero, curiosamente, para mí comenzó a desvanecerse. La vida tomó un ritmo vertiginoso, como un tren del que era difícil bajarse. De vez en cuando, mi lado sumiso golpeaba la mesa, reclamando su lugar; Ese lugar no era otro que arrodillarme ante una Dómina y entregarme. Pero esas pequeñas rebeliones internas se calmaban con una sesión ocasional con una Dómina profesional, tras la cual volvió a mi rutina y al silencio.

El Impacto de «50 Sombras de Grey» y la Revelación de Mi Verdadera Identidad

El lanzamiento de » 50 Sombras de Grey » fue un punto de inflexión inesperado. Aunque la película no me gustó, las conversaciones que generó me llevaron a confesarle a mis tres mejores amigas mi verdadera identidad, esa parte de mí que siempre había mantenido oculta. Aproveché una charla sobre la película y, con el corazón en la mano, les dije: «En la vida real, yo soy Anastasia «. Me escucharon con comprensión, agradeciéndome mi sinceridad, y con su aceptación sentí que una parte de mí se liberaba.

Esa confesión me dio alas, alas que sin darme cuenta usaría más adelante con mi Ama, Mistress I. Aun así, la vida siguió su curso frenético, y yo me vi arrastrado por su imparable ritmo.

La Aparición de Ella: La Fuerza Dominante

Y entonces, en el lugar y momento menos esperado, apareció Ella. Estaba trabajando, y yo era solo una persona más entre el público que la escuchaba. Su seguridad al hablar captó mi atención al instante, y no pude evitar fijarme en cada detalle: su ropa, sus gestos, sus sonrisas, sus bromas. Desde ese momento, Ella se convirtió en una presencia constante en mi vida. Los encuentros casuales por la calle, en los que, atrapados por los nervios, hacía más el ridículo que otra cosa, se volvían habituales. Hasta entonces, no le había dado ninguna pista sobre mi identidad más allá de una sonrisa tímida cada vez que nos cruzábamos.

El Mensaje que Cambió Todo: Un Paso Hacia la Sumisión

Pasó el tiempo hasta que un día, en uno de los eventos que presentaba, lucía radiante, con una falda de cuero preciosa. Me repetía a mí mismo: «No le mandes un mensaje, no menciones la falda, no uses la palabra cuero … te va a pillar». Pero, antes de que terminara el acto, ya le había enviado un mensaje: “Qué guapa estás y qué bien te queda la falda de cuero ”.

¿Cara o cruz? Ella decidió que era cara. Jamás, ni en ese momento ni en ningún otro, me mostró rechazo. Se encendió la chispa de la curiosidad, y comenzamos a conocernos y descubrirnos a través de mensajes, sutiles, bonitos, llenos de pequeñas pistas.

De la Curiosidad a la Profundización: La Rutina de la Sumisión

Lo que empezó como una pequeña necesidad o curiosidad pronto se convirtió en una rutina. Al principio, todo era fácil: Ella hacía que fuera sencillo mantener el contacto. Pero con el tiempo, esa conexión inocente se transformó en algo más profundo.

Llegó un momento en el que, en uno de nuestros encuentros, le confesé que la había echado de menos en su ausencia. Ella, con su carácter firme, me respondió: » ¡No me controles! » Su respuesta me encantó, y se lo hice saber: «Uy, ya ha salido I con carácter. No te controlo, solo te he echado de menos». Esa frase fue una pieza más en el encaje perfecto que comenzaba a formarse entre nosotros.

El Momento Decisivo: La Sumisión Real

Ambos estábamos casados, con hijos, con vidas aparentemente perfectas. Pero algo en Ella me hacía sentir que estaba ante una fuerza diferente, algo mucho más profundo de lo que había experimentado antes.

El día que todo cambió fue un 20 de septiembre. Estábamos en mi despacho, gracias a una colaboración laboral que nos permitía vernos cada lunes. Y entonces, sin pensarlo, pasé de las palabras a los hechos: me arrodillé y besé su tobillo, su pie. Un rayo nos atravesó a ambos. Ella me preguntó: “Todo esto que me has contado hasta hoy, ¿quieres que sea conmigo? ” Mi respuesta fue un rotundo «sí», y en ese instante, nuestras vidas cambiaron para siempre.

La Realización de Mi Sumisión: Un Lienzo en Blanco

Cinco años después, somos Ama y esclavo, marido y mujer, amigos y cómplices. Hoy, mi sumisión es más real que nunca, mi entrega más sincera y mi admiración por Ella sigue creciendo sin parar. Aquel 20 de septiembre, cuando me ayudó, me pidió que borrara de mi mente todo lo vivido hasta ese momento y me entregara a Ella como un lienzo en blanco. Sobre ese lienzo, Ella está pintando la etapa más hermosa de nuestras vidas.

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4 comentarios en «La Dama de Mis Sueños: Un Relato de Sumisión y Amor»

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