A primera hora de la mañana, me planté frente a la dirección que me había dado la Señora Scheherezade. Había leído su blog, y me había impresionado. Luego, había conversado brevemente con ella por redes sociales. Gracias a ellas, me pude enterar de un evento Femdom que se iba a producir en la ciudad en la que ambos vivíamos, y al que anunció que acudiría.
Pensé que sería una buena ocasión para poder conocerla, y hacia allí que fui. Fueron varias las Amas con las que departí esa noche, pero yo sabía que tenía que echar toda la carne en el asador con ella, para llamar su atención. Hablamos, con el debido protocolo, cosa que le agradó. Me preguntó sobre mis gustos, deseos y sobre cosas más mundanas. Finalmente, nos despedimos quedando en seguir hablando más adelante.
Poco a poco, nuestras conversaciones vía redes sociales, se hicieron más habituales. Además, en una ocasión me pidió que fuera con Ella a otra fiesta Femdom, y acepté. Como es natural, me hice cargo de todo.
Mi ofrecimiento como sumiso personal
La Señora parecía disfrutar de mi sumisión. Y yo, desde luego, de ser un candidato a servirla. Preguntaba más que hablaba, y con ello, se iba haciendo una idea de lo que yo era, y lo que no. Al principio, no me dí cuenta, pero ahora lo veo claro.
Mi día a día se volvía más y más turbio, y necesitaba avanzar en la relación Femdom. Yo le había preguntado por diversas cosas relacionadas con los sumisos que tenía, los servicios que le realizaban… Parecía que era yo el que sacaba información, pero no era así.
Preséntate mañana a las 7.00
Este fue el mensaje que recibí en mi móvil un viernes. El sábado debía presentarme ante Ella a las 7.00 de la mañana. ¿Por qué me mandaba ese mensaje? Nunca antes había hecho algo así. Le contesté diciendo que acudiría a Su casa al día siguiente, a la hora señalada.
La noche se me hizo eterna y hasta pensé en tomar una pastilla que me ayudara a dormir. Me levanté sin necesidad de que sonara el despertador , me duché y salí para su casa. Veinte minutos antes de la hora convenida, estaba allí.
Esperé hasta las 7.00, y toqué el timbre. La Señora me abrió la puerta, envuelta en una bata. Me saludó con un buenos días, y me invitó a pasar hasta su salón. Tomó asiento y me invitó a hacer lo propio. Entonces dijo – ¿Sabes por qué estás aquí?. Negué con la cabeza.
Reglas de aceptación
La Señora me dijo que si iba en serio mi ofrecimiento como sumiso de servicio. Le dije que si, que yo no hablaba en vano. Sonrió y me dijo, que eso llevaba implícito unas reglas de aceptación. Le pregunté cuáles eran. Sacó una lista y me la dejó sobre una pequeña mesilla.
El listado me hizo dudar de mi propia sumisión, ya que nunca había llegado tan lejos
- Me dirigiría a Ella siempre como Señora ( esto no me costaba, pues ya lo hacía)
- Me encargaría de todo lo encargado con la limpieza de la casa. Para ello, vestiría un traje de empleada doméstica. Bajo el traje, también debería de llevar ropa femenina.
- Para poder trabajar, y que no me dominara la excitación, debería de llevar un cinturón de castidad. Mientras lo leía, la Señora dejó uno a mi lado
- Pasaría a llamarme María Antonieta
- En ocasiones, la Señora organizaría alguna velada con algunas de Sus amigas, y yo tendría que servirlas.
-¿Aceptas?-me preguntó. -Acepto-contesté. Bien, entonces, ya sabes lo que tienes que hacer, dijo mientras me acercaba el dispositivo de castidad.
-Póntelo aquí. Quiero ver si es de tu talla, dijo burlonamente. Tras seguir todas sus instrucciones, y transformada en una sissy, la Señora me enseñó donde se encontraban todos los productos necesarios para desempeñar el que a partir de entonces sería mi trabajo.
continuará
aksel