Mi casa, Mis normas. Parte 2

Mi vida como sirviente sissy transcurría sin mucho alboroto, o eso pensaba yo. La alegría por poder servir a la Señora Scheherezade me dominaba, y me sentía el sumiso más feliz del mundo. Servir a la Señora Scheherezade es como ser la estrella del Real Madrid. El sumiso más envidiado del mundo.

Esa alegría , se transmitía en la manera en la que me comportaba. Hacía mi trabajo con diligencia, de manera minuciosa. En algunas ocasiones, lo realizaba bajo la atenta mirada de mi Ama. Ello hacía que compartiera con ella mi dicha y mi felicidad, siendo demasiado locuaz, como la Señora se encargaría de recordarme más adelante.

El silencio es oro

Sábado por la mañana, sobre las 13.00. Ya he acabado mis quehaceres. Me dirijo hacia donde se encuentra la Señora. Me apetece hablar con ella un buen rato. La Señora está sentada en un sofá de cuero negro brillante. Ahí, se encuentra con las piernas cruzadas, leyendo el periódico. Me intuye y me dice -¿ Qué quieres, María Antonieta? Seguro que hablar un ratito, ¿no?

Le contesto afirmativamente. La Señora me responde-hablar, como no-. Me mira y me dice -hablas mucho María Antonieta, y yo necesito paz. Su respuesta me descoloca y me deja boquiabierto y perplejo. La Señora aprovecha y saca un gag de bola y me coloca con gran destreza en la boca.

-Hala, a ver cómo hablas ahora. ¿ Por qué crees que tenemos dos orejas y una boca? Para escuchar el doble de lo que hablamos. Pero tú, eres tan tonta que no has visto la relación.

-Te dije cuales eran las normas de Mi casa. Y las aceptaste. Sin embargo, con lo guardar silencio, has tenido serios problemas. Eso te ha impedido concentrarte en algunas labores. Además, de otras cosas.

Observa y aprende

Si, María Antonieta. ¿ Ves este vino que me estoy tomando? El que está al lado de estas aceitunas. ¿ Sabes cómo ha llegado aquí? Porque lo he traído yo. Si en vez de estar parloteando todo el rato, hubieras escuchado cuando dije que se acercaba la hora del aperitivo, habrías entendido lo que deseaba, y te hubieras anticipado.

-Dime, ¿ Cómo esperas que pueda invitar a mis amigas a casa, si tengo una sirvienta que no para de hablar, y deja sus copas vacías?¿ Qué clase de anfitriona pensarán que soy?

Mi zozobra y preocupación crecían. Quería defenderme, pero el gag en mi boca, me impedía hablar. Si pensaba que eso era lo peor, todavía quedaba algo más.

-Y estás ahí mirándome a la cara, como si esperaras a decirme algo. ! Baja lo ojos! Ahora. A partir de ahora mismo, quiero que con una sola mirada Mía, sepas si quiero algo, si estoy contenta o qué es lo que me ocurre. Si lo has entendido, dobla la rodilla derecha.

De aperitivo, sissy.

Rápidamente doblé mi rodilla, y pude ver la sonrisa de satisfacción de la Señora Scheherezade. La Señora se movió, y se dirigió hacia otro punto de la habitación, dejándome allí con la rodilla doblada. Yo recapacitaba sobre mi situación, y me preguntaba cómo acabaría aquello.

La Señora volvió, con una pequeña bolsa de nylon, en la que se adivinaban algunos objetos. Me ordenó quitarme el vestido de sirvienta, quedándome en ropa interior. Me dió la orden de bajarla, apareciendo mi pene encerrado en un cb, que la Señora me había obligado a ponerme.

-Jajajajajaja, rió la Señora Scheherezade.¿ Qué tenemos aquí? Bueno, lo poco que queda de tu hombría, parece que tiene problemas. Ha llegado el momento de que empieces a obtener tu placer de otra forma.

-Posición de inspección- La duda me atenazó. ¿Deseaba que me colocase a cuatro patas? ¿ O simplemente que me inclinase hacia delante? Opté por un término medio, y me puse de rodillas sobre el sofá, haciendo que mi culo quedara expuesto.

-Mira la zorrita. Luego va de mojigata -dijo riéndose. La Señora se puso un guante de látex, y sacó un tubo de crema. Echó un poco sobre el guante, y empezó a extenderla. Una vez extendida, comenzó un jugueteo alrededor de la zona del períneo. Dedo arriba, dedo abajo. Dedo dentro.

El dedo entraba sin apenas resistencia, y empezó a masajear la próstata. El placer iba in crescendo, y no solo por el hábil manejo que la Señora hacia de su dedo, sino también por la sensación de humillación.- Uy como suena esto, María Antonieta.

El dedo salió de mi ano y volvió con compañía.-Dos- Cuenta conmigo, María Antonieta. Dos. Ah, no. Que no puedes decir nada por culpa de esa gag. Ya cuento yo.- Estás gimiendo como una nena. Sí, como una verdadera nena. Una vez mi esfinter se hubo adaptado, repitió la operación. De repente oí -Tres-. Sabía que un tercer dedo había entrado.

Madre mía. El placer, la humillación, el dolor….Que esto no acabe nunca, pero que se acabe ya(no sé si me explico). De repente, mi culo quedó vacío, y la Señora Scheherezade se retiró. Se quedó quieta, detrás mío, contemplando su obra.

-Esto ya ha acabado. Gracias a Dios, pensé-. Pero me equivocaba. La señora se quitó el guante, y sacó un plug anal de la bolsa. Le dió una capa de lubricante, y me lo introdujo de un solo golpe. – Cómo entra, María Antonieta. Buena chica.

Mi culo no esperaba esto, y mis ojos casi se me salieron de sus órbitas. En ese momento, la señora Scheherezade me quitó la mordaza. -Te estás portando muy bien, María Antonieta. Espero que hayas aprendido la lección. Si la has aprendido, di si Señora. -Si, Señora-

Genial. Escucha con atención esta nueva regla. A partir de ahora, mientras estés en esta casa, llevarás siempre, además del cb, un plug anal. Iremos viendo cómo vas evolucionando, y cuándo estás lista para ser poseída como la nena que eres.

Porque sí, María Antonieta. Me gusta dominar, y no solo la mente del sumiso. Su cuerpo y su mente Me pertenecen. Cuando veo algo que me gusta, lo quiero para Mi uso y disfrute, y tú, María Antonieta, Me gustas mucho.

aksel

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