Mujeres mayores 50 años en la FemDom
La invisibilidad de las Dóminas mayores de 50 en el femdom digital refleja cómo la experiencia y la autenticidad quedan eclipsadas por algoritmos y superficialidad. Una reflexión sobre la sabiduría que se pierde en un BDSM online cada vez más dominado por la inmediatez.

Siempre me había intrigado ¿dónde estaban las Dóminas amateur que ya habían vivido más de medio siglo?, así que hace unos años, en unas cervezas con personas del BDSM, se me ocurrió formular la pregunta a los que llevaban bastantes más tiempo que Yo en el ambiente.»He observado que hay muy pocos perfiles en Fetlife de Dóminas pasados los 50 años. ¿Eso por qué es?» a lo que una mujer joven que estaba a mi lado contestó con una media sonrisa «Porque están en Facebook». Yo sinceramente no pillé el sentido del comentario, a veces no soy muy espabilada, pero se quedó en mi memoria.

Con el tiempo le he dado una interpretación al comentario. Era una forma sarcástica de decir que las mujeres de más de 50 simplemente están muy limitadas para manejarse en plataformas como Fetlife. Están en Facebook porque es lo único con lo que se manejan digitalmente. Así que aunque tengan el perfil psicológico perfecto para ser dóminas, nunca van a aparecer en los espacios donde se mueve la comunidad BDSM online donde hay tantas redes, plataformas, chats, webs que puede consumir muchas horas al día manejar tanto volumen de información, sin contar con leer y contestar mensajes. Especialmente las Dominantes que llevan tiempo en el BDSM.

Si echamos un vistazo al paisaje actual del femdom digital, existe una paradoja: aquellas mujeres que han dedicado años a comprender la verdadera esencia del intercambio de poder, que han refinado su dominación a través de experiencias reales y profundas, se encuentran sistemáticamente eclipsadas por un espectáculo visual que poco tiene que ver con lo que ellas representan.

El algoritmo no entiende de sabiduría

Como bien sabemos, los algoritmos de las redes sociales son despiadadamente simples: priorizan lo que genera interacción inmediata. Una fotografía en contrapicado de una joven en látex o con un corsé que le corta la respiración obtendrá miles de interacciones antes que una reflexión profunda sobre la psicología del poder escrita por una mujer con años de experiencia real en BDSM. Esta mecánica digital ha creado un ecosistema donde la experiencia real se vuelve invisible.

Las dóminas maduras que vivimos la femdom desde el punto de vista amateur nos enfrentamos a una realidad demoledora: los años de aprendizaje, los errores superados, la capacidad para leer las necesidades reales de una persona sumisa, toda esa sabiduría acumulada no tiene valor en un medio que premia exclusivamente la imagen impactante y la promesa de gratificación inmediata. Y no se trata de competencia, sino de visibilización. No competimos entre nosotras, al menos Yo no, sino contra los algoritmos y las búsquedas de Google.

La monetización como nueva norma

El femdom ha sido secuestrado por dos corrientes que, aunque diferentes en sus métodos, comparten el mismo objetivo: la monetización rápida. Por un lado, las profesionales que, comprensiblemente, necesitan crear un producto visual atractivo para generar clientes. Sus perfiles cuidadosamente construidos, sus fotografías profesionales, sus atuendos impecables responden a una lógica comercial legítima pero que establece un estándar inalcanzable para quien vive el BDSM como filosofía de vida de una manera más prosaica.

Por otro lado, la explosión del «finfet» superficial ha convertido el intercambio de poder en una transacción donde el control real se invierte: mujeres que solicitan pagos por insultos básicos, que confunden dominación con mendicidad agresiva, que han reducido la complejidad psicológica del femdom a un simple «págame y te insulto». Esta corriente, paradójicamente, muestra a mujeres que han perdido completamente el control fingiendo tenerlo todo.

La crisis de reconocimiento

Para las dóminas veteranas, este panorama podría llegar a generar una crisis de identidad profunda. Esta Mujeres que construyeron su dominación sobre pilares sólidos —comprensión psicológica, conexión emocional, construcción de dinámicas duraderas— podrían cuestionar su valor en un entorno que parece no tener en cuenta nada de lo que ellas aportan. Provocando esta situación un estado de cansancio y apatía llevando a la retirada a muchas de ellas que pueden querer vivir la Dominación únicamente en la intimidad de su privacidad más inmediata.

Para otras mujeres podría ocurrir que cayeran en la tentación de adaptarse a la nueva dinámica. Tratan de incorporar elementos visuales más «competitivos»: fotografías más provocativas, lenguaje más agresivo, promesas más explícitas. Pero esta adaptación genera una disonancia interna: estarían traicionando su esencia para competir en un juego que nunca quisieron jugar y para el que no queda claro que ese esfuerzo le aporte rendimiento. He visto mujeres que entraron con la ilusión de la Dominación amateur y que empezaron a jugar el juego de las redes y poco a poco caer en la queja y el cansancio de acabar siendo el títere del aplauso, del halago o de la adoración más fútil. Cada una por motivos diferentes van manifestando un hartazgo importante al verse ridiculizadas y ninguneadas por perfiles provocadores e incansables al desaliento. Hasta que acaban engullidas entre algoritmos y decepciones.

El refugio en la palabra

Ante la imposibilidad de competir en el terreno visual, algunas dóminas maduras encuentramos en la palabra escrita el último bastión de autenticidad. Blogs, textos reflexivos, intercambios epistolares se convierten en el espacio donde pueden desplegar toda la profundidad que una fotografía jamás podría contener.

Es una forma de resistencia: mientras el mundo digital se obsesiona con la superficie, nosotras profundizamos. Mientras otros venden fantasías prefabricadas, nosotras ofrecemos comprensión personalizada. Es una apuesta arriesgada en un mundo que prima la inmediatez, pero es también la única forma de mantener la coherencia con nosotras mismas.

La invisibilidad como elección

Para muchas mujeres la solución está clara: es mejor ser invisible que ser performativa, en el sentido de interpretar un papel solo para ganar visibilidad. Preferimos mantener círculos reducidos, interacciones genuinas, antes que vender una forma de entender la dominación para ganar visibilidad en redes sociales.

Esta elección, lógicamente, tiene un coste: la experiencia real se recluye mientras prolifera la imitación. Los recién llegados al femdom se forman con referencias distorsionadas, como me pasó a mí también cuando trataba de formarme e informarme hace doce años, perpetuando un ciclo donde lo auténtico cada vez es más difícil de encontrar.

La sabiduría que no se ve

Lo más trágico de esta situación es que las dóminas maduras poseen exactamente lo que muchas personas buscan: la capacidad de crear dinámicas de poder auténticas, duraderas, psicológicamente satisfactorias. Saben cuándo aplicar firmeza y cuándo mostrar comprensión. Entienden que la verdadera dominación no reside en el látex o en los insultos, sino en la capacidad de conectar con la psique de la otra persona.

Pero en un mundo digital obsesionado con la imagen, esta sabiduría se vuelve intangible, impresentable en un formato de red social. Es como intentar fotografiar una conversación profunda o hacer viral una mirada cómplice.

El futuro de la autenticidad

Las dóminas veteranas nos encontramos en una encrucijada: adaptarnos al nuevo paradigma digital perdiendo la esencia, o mantener la autenticidad arriesgándonos a la irrelevancia y a la invisibilidad. Algunas hemos elegido un camino intermedio: usar las herramientas digitales para encontrar a quienes realmente buscan profundidad, filtrando entre el ruido para conectar con personas que valoren la experiencia por encima de la performance.

Es una estrategia de supervivencia que requiere paciencia, constancia y convicción, pero que permite mantener la integridad en un ecosistema que parece diseñado para destruirla.

ScheherezadeDom

3 comentarios en «Veteranas del femdom: la invisibilidad de las Dóminas mayores de 50»

  1. Muy interesante su escrito, Señora. Es una pena que en esto, como en otras cosas, el algoritmo digital difunda quizá lo más llamativo (aunque me gusta una buena foto también) y oculte experiencias y reflexiones de las que aprender.
    Recuerdo que cuando me inicié en esto a través de Twitter creo que no veía perfiles de Dóminas maduras apenas (luego sí he encontrado y me encanta seguirlas y ver lo que publican).
    Al hilo de su escrito, he mirado en mi perfil de Fetlife las Dóminas de 50 años o más con las que tengo amistad: 7, 4 de ellas conocidas personalmente / amigas. También sigo o conozco personalmente a varias Dóminas de entre 40 y 49 años. Algunas de ellas son buenas amigas, muy atractivas e interesantes.
    Saludos, Señora.

  2. Muy interesante el artículo , como mujer recién aterrizada en los 50 y descubriendo una faceta de ama , que todavía está aterrizando con toda la información que está recibiendo
    Si bien es cierto que el algoritmo nuestra la inmediatez , hay q exploarar y buscar un poco más allá de los límites
    Espero coincidir en algún lugar con usted , para poder charlar cara a cara que es donde está la esencia
    Gracias

    1. Así hay que explorar y tomar el tiempo necesario en descubrirse y en manejar las diferentes prácticas con unas garantías de seguridad. La animo a asistir a talleres y a munch en donde pueda ponerse en contacto con las personas del BDSM que le puedan indicar en su ciudad dónde puede moverse. Un saludo y muchas gracias por su aportación

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Tras la huella de una Dómina
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