Mi nombre es a. Desde hace tiempo, vengo manteniendo conversaciones con la Señora Scheherezade. Empezaron con temas banales y poco a poco, sin darme cuenta, terminé en sus redes. La señora me pidió que contara una visión que tenía recurrentemente, y que aquí presento.
La Señora Scheherezade se encuentra sentada en un sillón, sobre una escalinata con tres peldaños y una alfombra de terciopelo carmesí. Lleva medias de rejilla y un copiño negro. Tiene media melena, y está vuelta hacia una persona, lo que impide ver su rostro.
Departe animadamente con varias mujeres, posiblemente Dóminas. Ríen, y beben vino. De repente, se paran las voces y la Señora Scheherezade da una orden. «Entra».
Tras una puerta, oigo la orden y accedo al salón. Avanzo desnudo por el suelo ajedrezado. Las mujeres se vuelven hacia mí, con caras de sorpresa y satisfacción. La Señora Scheherezade sonríe complacida. Al llegar ante la escalinata, me detengo. Señala al suelo, y me postro ante Ella. Las mujeres ríen, aplauden, y lanzan comentarios de júbilo y admiración.
Permanezco postrado unos minutos, con la cabeza gacha. De repente, oigo como coge algo, y Me pide que suba a gatas los peldaños. Obedezco, con la cabeza gacha y al estar ante sus pies, vestidos con unos zapatos de tacón, dice «Stop», y paro. Coge el objeto que lleva en su mano, y lo introduce en mi cuello.
La sala aplaude entusiasmada, y la Señora lanza una risita de puro placer. Coge la argolla que hay en el collar, y juega con ella. Oigo su tintineo, chocando contra su anillo. Con su mano izquierda saca una correa plateada, y la engancha. Tira de ella , haciendo que deba subir mi cabeza, de tal forma que mis ojos se encuentran con los suyos.
Lentamente, sosteniendo la correa en su mano, empieza a descender la escalinata. Pasa a mi lado, y me obliga a girar mi cuerpo. Empieza a pasearme por toda la sala, recibiendo comentarios de aprobación para Ella y de humillación para mí. Una de la mujeres le hace ver que mi pene está erecto. La Señora sonríe, y me dice del forma que todas pueden oírlo, ¿ no decías que no eras sumiso?
Prosigue mi paseo y exhibición por toda la sala. La Señora se va deteniendo, para que sus amigas puedan contemplar su obra. Dice cosas tipo » ¿Veis cómo se doblega a un macho?, y me pregunta si estoy doblegado, a lo que solo puedo responder, que si.
Con las rodillas peladas, la Señora me ordena que me levante. Lo hago, y me dirige hacia otro punto del salón, que no había visto. En él, la Señora me obliga a colocarme boca abajo sobre un arcón, de tal manera que quedo doblado.
Me deja ahí unos minutos, que a mí me parecen una eternidad. De repente, oigo ruido de unos tacones, pero suenan diferentes. Y con ellos, viene más gente, sus amigas, sin duda. La señora se planta ante mí. Veo como lleva puesto un correaje. Comienza a colocarse un arnés delante de mi cara. Puedo ver que ha cambiado sus zapatos de tacón, por unos de plataforma, más cómodos para lo que se avecina.
Tras colocarse el arnés, se dedica a embadurnarlo. Cuando considera que ya está listo, va andando detrás mío, y dice «Up». Me ha dado una orden como si fuera un perro. Sé lo que tengo que hacer. Levanto mi culo, el cual queda en pompa. Más risas, más comentarios…
La Señora empieza a hurgar en mi orificio trasero. Yo estoy absorto, pero recuerdo una entrada de su blog, relativa al pegging, en la que dice que a no ser que sea un límite intraspasable, el sumiso lo va a tener que hacer sí o sí. Esa afirmación cobra ahora todo el sentido.
La Señora presiona en ocasiones la próstata, buscando llevarme al orgasmo, para luego negármelo. Me ha prohibido correrme. Sabe que me está torturando. Cuando considera que ya está listo, acerca su strapon y tras unas pasadas arriba y abajo, lo introduce en mí.
Poco a poco Su arnés se abre paso, hasta casi la totalidad del mismo. Cuando está suficientemente cerca, se inclina sobre mí y grita para que todas puedan oírlo, -Entonces, ¿eres sumiso o no eres sumiso? Contesta
Aunque me falta un poco el aire por las embestidas , la excitación, y la vergüenza que me embarga, digo «siii». _¿Cómo?-dice ella. No te he oído. -Siiiiii, Señora. La Señora sigue cabalgándome, mientras sus amigas la felicitan y le hacen todo tipo de preguntas sobre mí.
¿Dónde le conociste?¿ Qué le espera ahora? Te lo tienes que traer a casa para juntarlo con el mío….. Tras esto, la Señora saca el arnés de mi cuerpo, me obliga a ponerme de nuevo a cuatro patas y tirando de la correa, vuelve a su sillón.
Se sienta en él, y a mí me coloca en el suelo, sentado sobre mis piernas. Acaricia mi pelo arriba y abajo, mientras comenta con sus amigas los mejores momentos y hacen futuros planes.
El presente relato es fruto de mi mente sumisa. No ha ocurrido, y probablemente nunca ocurrirá, porque ¿ Qué razón habría para que la Señora ScheherezadeDom se fijara en mí?
a.
La esperanza es lo último que se pierde, aunque también puede ser la vecina cabrona del quinto y puedes caer en sus redes…😎
jaaaaaaajjaja sin duda
Aunque el relato no haya traspasado los límites de la esfera mental, que la Señora del Blog haya tenido a bien conocerlo y publicarlo en su blog, es, en palabras de otro señor soberano (en este caso de España, ahora caído en desgracia), un motivo «de orgullo y satisfacción». Enhorabuena.
jaaaaaaaaajajajjaa tienes cada cosa
Releer este relato unos días después me impulsa a felicitar al autor por lo bien que transmite y a la dueña de este blog por hacérnoslo llegar.
Gracias