
El otro día di una charla de iniciación al BDSM. Fue un placer poder compartir con otras personas aspectos básicos del BDSM y concluir con un tiempo para preguntas. Una de las preguntas que me hicieron fue esta: ¿cómo se aprende a ser Dominante?
Es una buena pregunta y una pregunta compleja. Yo le he dado muchas vueltas a esa pregunta. Es, también, una pregunta que se suele encontrar en las redes sociales formulada de manera abreviada con ¿el Dominante, nace o se hace?
Yo creo que habría que aclarar ciertas cosas primero. Habría que plantearse ¿qué es ser Dominante? ¿un rol? ¿un carácter? ¿una forma de ser? ¿un rasgo sexual? A mi parecer ser Dominante es principalmente un rasgo sexual. ¿Por qué afirmo esto? Porque me he cruzado con bastantes Dominantes, hombres y mujeres, cuyo carácter social es en apariencia dócil y tranquilo y, de ninguna forma, intentan imponer su voluntad, sino que tienen un alto grado de adaptación y tolerancia. Sin que por eso dejen de ser y sentirse Dominantes. Es más, algunos creen que ser Dominante es sinónimo de prepotencia y acaban haciendo el ridículo más estrepitoso, cuando ser Dominante no es eso.
Por otra parte hay Dominantes de carácter muy marcado, muy seguros y con claras dotes de líderes, carismáticos, que nos encajarían de forma más natural con la idea que podemos tener de persona con el rol de Dominante en el BDSM.
Cualquiera que haya asistido a alguna reunión social BDSM han podido comprobar que las personas que se encuentran charlando de manera distendida en unas cervezas, por ejemplo, o clarifican su rol o puede dar lugar a confusiones, luego, el carácter no es determinante a la hora de ser o no Dominante. Es decir, no hay nada que identifique externamente a un Dominante. La inmensa mayoría de los Dominantes lo son en la intimidad porque para la mayoría es un rasgo sexual y no de carácter. Lo mismo se puede decir del rol sumiso, evidentemente.
El Dominante encuentra su placer en controlar mental y sexualmente, en que le obedezcan, dirigir acciones y priorizar su voluntad, imponer su deseo. Ser Dominante no implica ser Sádico, ya lo he comentado en alguna ocasión pero lo vuelvo a repetir, aunque la mayoría puedan serlo. Si el Dominante, además, es sádico, obtendrá su placer en producir dolor y humillación para suscitar también el placer del otro.
Se puede jugar a dominar de forma puntual y ocasional en las relaciones sexuales convencionales sin llegar a ser Dominante dentro del ámbito del BDSM. Ser Dominante es algo bastante más estable en la personalidad y en lo que caracteriza sexualmente a esa persona, a no ser que se sea Switch, es decir, ser Dominante conlleva que las relaciones sexuales de esa persona se encuentran enmarcadas en gran medida o en su totalidad dentro del ámbito BDSM. Le ocurrirá lo mismo que a los otros roles del BDSM, el sexo convencional lo dejará frustrado o insatisfecho o carente de algo más profundo e intenso. Necesitan dominar para sentirse libres y realizados sexualmente.
La aceptación y asunción de un rol en BDSM debe implicar una exploración sexual íntima, un elevado autoconocimiento personal, ser reflexivo y llegar a cotas de introspección bastante profundas sobre el hecho del placer y qué provoca y mueve ese placer. De su propio placer, en primer lugar, para más adelante dirigir sus esfuerzos de comprensión hacia el placer del otro. Del complementario. Sin conocer el placer del otro el Dominante es fácil que yerre.
Por tanto se trata de un camino, de un proceso, de una construcción. Es un placer que se conoce pero que debe ser investigado y sentido a través de la comunicación y la relación con otra/s personas. No es un placer onanista sino es una relación sexual de facto. Por tanto, no se puede aprender a ser Dominante en el sentido de aprender a sentirse excitado con la Dominación, lo que se puede aprender son las formas, los modos. A expresarse como Dominante y a actuar como tal. Se puede construir el personaje y se puede modelar a base de la experiencia y el aprendizaje. Se pueden aprender prácticas, juegos, no se puede aprender a sentir como siente un Dominante
Se aprende a expresar y a exteriorizar la Dominación que se lleva de forma intrínseca hacia el exterior en cómo te colocas, cómo te posicionas en la escena, la confianza que irradias, la actitud, la seguridad, la información que tienes y que la otra persona no sabe. Esto es muy importante. El poder en buena medida se ejerce porque uno sabe y el otro no sabe. Me explico. El sumiso/a no sabe qué va a ocurrir en la escena ideada por el Dominante. Lo único que sabe y que debe saber es que va a ser sometido. No sabe de qué forma. Mientras más seguridad detecte en el Dominante más cederá su poder, el del control consciente de su persona, es decir, sus pensamientos y sus sentimientos, depositándolos en el Dominante que se hace cargo. Que asume esa responsabilidad y la detenta con sensatez y coherencia.
Ser Dominante implica mucha responsabilidad, por eso un Dominante debe formarse y aprender. Ser Ama ya es algo más complejo y que abarca más ámbitos que el meramente sexual.
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